Thursday, August 23, 2007

Sobradamente preparados (y hartos)

Si esto fuera una sesión de terapia, así me presentaría yo: Hola, me llamo Antonio, soy egresado de la Universidad Iberoamericana, vivía en Tecamachalco hasta hace seis años que me fui de México, y no tengo ganas de regresar.

Para crear un grupo de apoyo para emigrantes como yo podría invitar a mis amigos más cercanos, de los que 80% ya vive fuera de México, o a algunos de los 225 mil jóvenes con estudios técnicos y profesionales que, según datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), se van cada año del país en busca de mejores oportunidades.

CONAPO señala también que, entre 2000 y 2005, emigraron en promedio 577 mil mexicanos cada año—el equivalente a la población de Tuxtla Gutiérrez—. Eso supone que los integrantes del reducido segmento de población nacional que tuvo acceso a educación superior —y a lo que conlleva ese estilo de vida en México: servicios de salud (privados), seguridad (privada), privilegios (públicos) y confianza en el futuro (propio)— supone ya 40% del contingente migratorio.

Cuando trabajaba como reportero en El Financiero —de 1998 a 2000— visité regiones de Michoacán y Puebla asoladas por el fenómeno de la migración masiva y las razones que orillaban a sus habitantes a contratar los servicios del coyote picaban los ojos: sin fuentes de empleo, sin clínicas de salud en marcha, sin servicios escolares más allá de sexto grado, en ciertos casos sin agua potable, estaban sembradas de pueblos habitados, en el mejor lugar común de la geografía migratoria de antaño, sólo por niños, mujeres, ancianos y perros callejeros.

El paso del tiempo y la incapacidad para distribuir de forma más equitativa el producto interno bruto que hace de México la duodécima economía mundial llevaron la opción migratoria por senderos menos rulfianos. Las ganas de irse al gabacho se hicieron herida urbana.

--¿Sientes nostalgia por México? —pregunté en 1999 a un ex chavo banda que había emigrado de Ciudad Neza a Nueva York y que se había establecido con su mujer y su hija, pequeñita, en Harlem.

-¿Quién va a sentir nostalgia por un lugar donde los niños andan encuerados en la calle, llenos de lodo?

Según cifras de la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional citadas por The New York Times (NYT), México es el país de América Latina que más gente expulsa de su territorio en números absolutos. Según CONAPO, 47% de los jóvenes preparados que se van lo hacen para huir de la pobreza.

La onda expansiva del boom migratorio ha llegado hasta colonias como el Pedregal, Del Valle o Ciudad Satélite. Ahora también impacta en graduados de universidades privadas donde el espacio de estacionamiento para alumnos es tan grande como el espacio que ocupan las aulas y en familias de provincia que antes sólo venían a hacer shopping a San Antonio (en cuya afluente zona norte la cifra de mexicanos de clase media alta que se están asentando ha crecido tanto que la gente ya la llama “La pequeña Monterrey”).

Irónicamente, los braceros de lujo—término acuñado por el cineasta Alfonso Cuarón—nos beneficiamos del inequitativo reparto de oportunidades que prevalece en México para huir de lo que no nos gusta y, al mismo tiempo, ponemos nuestro granito de arena para perpetuarlo. Bilingües, preparados y cosmopolitas, nos aprovechamos de la creciente demanda de profesionales calificados en el primer mundo.

Como publicó NYT el lunes pasado en el reportaje Preparados y bienvenidos: una nueva especie de migrante en boga, “el número de inmigrantes con educación universitaria en [20] países desarrollados de occidente creció 69% entre 1990 y 2000, según un análisis preparado por el Banco Mundial… De los 52 millones de trabajadores migrantes de esos países, 36% tenían algún grado de educación universitaria, contra 31% de la década anterior”.

Un inmigrante —no hablo de refugiados ni de exiliados— es un inconforme nato. Huir de la desesperanza que exuda la mixteca no tiene arreglo. Escapar de la pesadilla de los extrarradios es inherente al instinto de supervivencia. Pero hay algo inquietante, algo atrofiado y que reclama un ajuste, en las ganas de huir de quienes habitan los parajes más acomodados de un país que hasta hace poco parecía servido a su antojo.


Published in Mexican newspaper El Universal on August 23rd, 2007.

1 comment:

carlos said...

Sí,"Sobradamente preparados y hartos", primeramente para dialogar sobre este punto, sin afán de descubrir el "hilo negro", me voy a permitir hacer los siguientes comentarios, que a mi juicio vale la pena mencionar:

1.- Desde que el Hombre es Hombre,"toda acción Humana obedece a un mercado".

2.- Es el caso de que en nuestro País (México),NO EXISTE Actualmente y desde hace muchos años, un MODELO ECONÓMICO capaz de captar la OFERTA de los servicios cada vez más crecientes de los "sobradamente preparados".

3.- Los mexicanos en lo individual, somos BRILLANTES, pero como SOCIEDAD,dejamos mucho que desear...

Despues de vivir 3 años y medio en los Estados Unidos de America, muchas de mis percepciones y conceptos anteriores han cambiado, y una de las principales ha sido el DEJAR de comparar lo incomparable, como es, querer comparar en todos los sentidos, EL PRIMER MUNDO CON EL TERCER MUNDO,costumbre muy arraigada y añeja entre nosotros los Mexicanos, y las criticas que por demás obsoletas, esteriles y ociosas que de esta practica se dan.

Sí, la frontera que existe entre el primer mundo y el tercer mundo, nos guste o no, para bien o para mal, simplemente es abismal, y creciendo la brecha cada día más en lo politico, económico, social, tecnológico,cultural, religioso y 1000 etceteras más, cuestión que debo ser honesto, me ha llevado mucho tiempo tratar de entenderlo.

Al no existir un modelo económico suficiente en México,no es casual, sino producto de la más pura logica, el que en la actualidad se este dando el fenomeno más creciente de la migración voluntaria de los "Sobradamente preparados"; migración per se, reservada en otro tiempo, para los millones de paisanos que eran empujados por razones básicamente de supervivencia primaria,por sus condiciones socioeconómias y de escasa educación.

Esta clase de migración,la de los "sobradamente preparados", si revisamos las estadisticas,en sí, no es tan nueva, siempre se ha dado, y no debe de sorprendernos de ninguna manera, partiendo del principio que en la mayoría de los casos salierón de México para ser educados y obtener grados superiores como maestrías y doctorados con tecnologías, metodos, razonamientos y formas muy avanzadas, por demás, casi inexistentes en nuestro País ni dentro del sector público y menos del privado. En resumen, si fuiste educado en el primer mundo,tendrás trabajo en el primer mundo, y muy dificilmente lo podrás encontrar en el tercer mundo.

Pero este tipo de migración la de los "sobradamente preparados", tampoco y de ninguna manera és en sí, o sugiere una desgracia,por el contrario,es la forma más visionaria, digna y honrosa de arriesgarnos a vivir nuestro sueño que siempre hemos tenido de superación a estadías humanas y sociales más avanzadas, en beneficio propio, y de nuestras familias y prevaleciendo en todo momento el bienestar,la educación,el progreso y el futuro inimaginable que hay en el primer mundo para nuestros hijos. Bueno,cuando menos así pienso Yo.

Las nostalgias clásicas, de la "chorcha", los compadres, la familia, y por sobre todo las interminables charlas de sobremesa y cafeteras con los buenos amigos y gente interesante,igual los paseos, las playas y ¡por supuesto! ya lo dijo Victor de Holanda ¡nuestra comida!, y todo aquello nos hacen tan mexicanos; Sí, verdaderamente se extrañan..., es cosa de acostumbrarnos a que con tanto medio de comunicación moderno y a nuestro alcance,nada es lejos; y además siempre y en todos lados, hay lugares y gente muy interesante que conocer y ampliar nuestra visión del mundo.

A enseñarse a cocinar!!!! no queda de otra.

Hasta la proxima y reciban un saludo muy afectuoso.

Su amigo Carlos Rodríguez.
Desde Houston,texas.U.S.A.

E-mail:karkes56@hotmail.com