Monday, June 30, 2008

Apoyar al país de origen

Comenzamos a ver la final de la Eurocopa media hora antes de que terminara el partido. No es que no quisiéramos verlo desde el principio; es que nos confundimos en el horario y cuando llegamos de la piscina ya había comenzado el segundo tiempo.

España ya iba ganando por un gol a Alemania. Mi mujer y mi suegra, que preparaban ravioles caseros en la cocina, iban y venían cada tanto para ver el desarrollo del partido. No es que no les interesara, es que las dos, siendo españolas, no podían controlar la tensión de ver-el-partido-completo.

En algún momento, uno de los jugadores españoles estuvo a punto de colocar un segundo gol--no recuerdo su nombre; debo recordar a los lectores que no soy seguidor del fútbol, nací genéticamente impedido para ello, creo--y yo salté del asiento. En ese momento Emiliano, 7 años, me preguntó por qué había reaccionado así. Le expliqué--mis hijos, como es de esperarse en esta familia, jamás han visto un partido de soccer completo y, de hecho, no entienden muy bien las reglas del juego--que España había estado a punto de meter otro gol y que eso les aseguraría, a esas alturas del partido, la victoria.

--Entonces queremos que gane España, ¿verdad? --me preguntó Emiliano.
--Claro --respondí.
--¿Tú quieres que gane España?
--Sí.
--¿Por qué?
--Bueno, porque mamá es española, tus abuelos son españoles, tus primas y tus tíos son españoles, y tú y Guillermo son españoles.
--¿Y sólo por eso? --insistió Emilano.
--Sí. Uno tiene que apoyar a su país de origen.
--¿Uno tiene que apoyar a su país de origen?
--Sí, Emiliano.
--Oh.

Minutos atrás, en una de las visitas de Valentina al frente del televisor, Guillermo, 4 años, y Emiliano, le preguntaron a quién apoyaba. "A España", respondió ella, sin despegar la vista de la pantalla. "¿Por qué?", preguntaron los dos. "A ver, ¿quién nació en España?", preguntó ella. Sin despegar la vista del televisor, Guille, que nació en el hospital La Paz de Madrid una mañana helada y nublada de diciembre de 2003, levantó la mano.

Guillermo tuvo claro entonces la razón de su apoyo a la selección española, o eso creí yo en ese momento (cuando terminó el partido y comenzamos a celebrar el añorado triunfo de España en la Eurocopa, Guille creía que el triunfo significaba dos cosas: que el año entrante podremos ir de visita a España y que a partir de ahora los jugadores españoles ya podrán jugar ellos solos en la cancha, sin tener que enfrentarse a otro equipo).

Para Emiliano, el origen de nuestro apoyo a la selección española no parecía quedar muy claro. Emiliano nació en México, vivió tres años en Madrid y pronuncia las zetas y las ces como español, a diferencia de su hermano menor, que las pronuncia como mexicano. Pero para él la noción de país de origen se volvió complicada frente al televisor. Y la razón por la que en ese momento creí que debía escribir al respecto es que, cuando Emiliano me preguntó por qué yo apoyaba a España y respondí eso de "uno tiene que apoyar a su país de origen", me sentí, de alguna manera, panfletario.

Así que me he quedado con esa pregunta, y los reto a hacérsela a ustedes mismos y aventurar una respuesta. ¿Uno tiene que apoyar a su país de origen? ¿Cuál es el país de origen, aquel donde uno nació aunque prácticamente no haya vivido ahí, el que uno ostenta en su pasaporte aunque esa nacionalidad únicamente haya sido heredada por los padres, o aquel donde uno ha vivido más tiempo, donde uno se ha formado, en el que uno se siente en casa?

¿Cuál es? Díganme. Yo no lo tengo muy claro.

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