A propósito del estreno de Hellboy II en España, El País Semanal publicó el pasado 3 de agosto una interesantísima y añorable, como siempre que se trata de él, entrevista con Guillermo del Toro, que apenas acabo de leer -- in case you were wondering why I'm blogging about it three days later...
In case you missed it, a very fun sit down between Charlie Rose and The Three Amigos in 2007.
En ella, el cineasta tapatío habla de su autoexilio, de las razones que lo mantienen fuera de México y de cómo ve al país en el que creció y al que no piensa volver.
Y no sé, se me hizo el corazón de pollo al leerla, porque no puedo estar más de acuerdo con él. Y porque creo que no mucha gente ve las cosas de esta manera. A ver cómo lo ven ustedes.
Reproduzco acá abajo las respuestas de Del Toro relacionadas con México. Para leer la entrevista completa, que vale la pena pese a los gazapos de la transcripción, hagan click aquí, por favor.
"¿Y México, dónde queda en sus viajes y en su corazón?, ¿va mucho? Cuando puedo. Desde el secuestro de mi padre, menos. Estuvo secuestrado 72 días. Porque existe el lamentable error de creer que los directores ganamos un porcentaje importante de nuestras películas, que lamentablemente no es verdad. Me gustaría que lo fuera para tener, por ejemplo, un puto apartamento en París. Pero existe ese mito, y es un mito muy peligroso. Voy con cuidado, menos de lo que quisiera. La realidad es que si yo no tuviera hijos, iría más. Con las niñas, tengo un compromiso de existencia mucho más fuerte.
"¿Cómo ve su país? Las superestructuras de México están en un nivel de corrupción que resulta prácticamente imparable. Es un vórtice; y creo que estamos en el centro del vórtice. En tanto que un Gobierno favorece a las clases privilegiadas y los medios de comunicación, puede tener una imagen exterior mejor. Es impresionante; cuando se habla de una crisis social o económica en un país siempre hay una proporción. Pero lo que hay en México ahorita es una descomposición social, exactamente idéntica al proceso de putrefacción, de las estructuras sociales. Por ejemplo, lo que sucede en Ciudad Juárez con los asesinatos de mujeres. Hay momentos en que se siente la vida un poco como en el Lejano Oeste. Aunque es verdad que es un país donde hay mucha muerte, porque hay muchísima vida, aunque suene a cliché. Se vive mucho y se muere mucho. Es pura pasión. Pero he descubierto un país aún mucho más apasionado, Brasil. Al lado de Brasil, México es Suiza. Yo creo que todas las grandes estructuras son corruptas y horripilantes, la legal, la Iglesia, la del Ejército. A mí me apasiona México, y tengo la sensación de que me voy a morir sin contar las historias que tengo de México, pero?
"¿Tiene miedo? Lamento, no me arrepentiré, pero lamento, que haya películas que me hubiera gustado filmar en México, no las que he hecho, sino otras, contar historias. Y creo que no voy a poder, porque mis circunstancias no me lo permiten, no me permiten existir de manera cotidiana en una atmósfera de rodaje donde diariamente se publica a qué hora voy a salir de mi casa, en qué coche voy, a qué horas vuelvo, cosas que están en las hojas de llamado de una película? Sería una imprudencia mayúscula".
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