Thursday, June 5, 2008
No quiero ser güero (México debajo de la U.S. 59)
Ayer estuve, durante cinco horas y media, de vuelta en México. No tuve que tomar un avión, ni conducir cuatro horas en dirección sur hasta llegar a la línea, ni sintonizar la señal de Univisión durante el noticiero de Joaquín López Dóriga. Nomás fui a sacar mi pasaporte al consulado de Houston.
Nunca había estado en ese consulado. Desde que vivo fuera del país, sólo había tenido que hacer trámites consulares en el de Austin y en la embajada en Madrid. Curiosamente, mientras más lejos de México está la oficina consular y más cerca de los inmigrantes indocumentados, más Mexican-like se pone la cosa. ¿Alguna vez han estado en la embajada de México en España? It's beautiful, conveniently located in one of the most prestigious Madrileño neighborhoods, enfrentido del Senado.
El de Austin no está mal. Por fuera uno sólo lo reconoce por la bandera de México, pero por lo demás, parece cualquier otro edificio del Downtown de la capital mundial de la música en vivo.
El consulado de Houston se presiente desde un par de cuadras antes. No está en el centro ni en una zona chida, como cualquier consulado que se precie. Está debajo de un freeway, y para entrar uno tiene que caminar por una veredita donde la basura me hizo recordar a los alrededores del de la estación metro Observatorio. En la calle de atrasito hay varias taquerías móviles y negocios de fotocopias y fotos. Los propietarios de algunas casas cercanas han convertido sus yardas en estacionamiento público, para que los visitantes puedan sortear los taxímetros que, yo creo que con una mala leche que huele a xenofobia, están instalados en las calles que circundan el consulado en un barrio donde-no-hay-tráfico.
Lo normal, en cualquier situación donde el sentido común aplica (Mexico, we all know, is not included in this category), es que cuando uno llame para pedir una cita para hacer un trámite, no tenga que esperar más de lo, again, normal: 15-30 minutos para ser muuuuuy razonables. En el consulado de Houston a uno le dan cita para ir a hacer cola. Una cola que dura cinco horas.
La fila, obviamente, comienza fuera del consulado. Una vez uno logra entrar en el edificio--una construcción de cemento que parece transplantada de las zonas más feas de Periférico norte (sorry norteños, en Periférico sur hay muy poquitas zonas pinches)--la fila es una consecución de sillas y bancas de metal que uno va recorriendo cansinamente. Nadie, todavía, le ha informado a las autoridades del consulado de la existencia de unas maquinitas que emiten un número en un papelito, conectadas a un display luminoso en el que va apareciendo el número (¿el número de cita que uno le dan por teléfono y que la persona de seguridad pide, al entrar al consulado, para poder hacer la fila, por ejemplo?) que corresponde a la persona que será atendida. Aquí en los States los usan en las oficinas estatales--para sacar el número de seguridad social, para tramitar la licencia--, en España los usan en El Corte Inglés en la zona de carnes, en la de quesos y hasta en la de pescados. Y en México, me han contado que las usan en Banamex. Ya sé, estarán pensando que esta última explicación es una pendejada y que ustedes no son idiotas, que ya saben que eso existe. Pero es que hay lugares donde, believe it or not, parece que aún no lo saben. Ayer yo estuve en uno.
Aquí debo hacer un alto para equilibrar esta entrega. El personal del consulado, desde las agentes de seguridad privada que atienden la entrada, hasta el último señor que entrega los pasaportes, trabajan con una eficiencia que no había visto antes en una dependencia pública de México. Son amables (salvo contadas excepciones) y en ningún momento parecen avasallados por una situación que, evidentemente, está desbordada. Al mismo tiempo, ésa es su obligación como funcionarios públicos. Que eso antes no ocurriera era la anomalía; que ocurra ahora es lo normal.
En esa larga fila estábamos personas que íbamos a sacar pasaporte o matrícula consular. Needless to say, yo era el único güerito de la concurrencia, además de otra señora que iba adelante de mí y que, por lo que alcancé a entender, era maestra, se había casado con un gringo y tenía que sacar su pasaporte para ir a México.
Los güeros no hacen fila. Siempre conocen a alguien que trabaja en el segundo piso del consulado y que les puede ahorrar el engorroso trámite de hacer cola como el resto de los mexicanos, los morenos, los que no tienen conectes, los que muy probablemente cruzaron con coyote y para quienes tener que pasar cinco horas ahí metidos supone, literally, perder dinero.
Dos güeras--es un decir, ¿okay? Estas dos eran moreno claro, pero we all know what güero means--, madre e hija, bolso Coach, zapatillas puma, jeta de 'I'm better than all these nacos' in your face incluidas, llegaron al consulado cuando yo llevaba unos 20 minutos en la fila, a eso de las 12:45. Iban a ver alguien que trabajaba arriba. El poli les pidió registrarse, les dieron un gafete y subieron. Como a eso de la 1:45 bajaron a la planta baja, territorio de los comunes, escoltadas por una secretaria que las condujo hasta la última ventanilla del proceso de pasaportes. A las 2:45 les entregaron sus documentos. Ellas, obviamente, esperaron de pie, aunque en la zona donde esperaban ya había sitio para sentarse. Tal vez no querían que nadie las confundiera con el resto de la gente, con parientes del señor que estaba ahí esperando también, que parecía una mezcla entre Javier Bardem y Pancho Villa y cuyo ringtone era una canción de K-Paz de la Sierra or the like. Eran güeras, pero eran mexicanas, and sometimes a Coach handbag ain' just enough, chulas.
¿Quieren ver a las güeras tramposas? Acá una foto de ellas.
El resto nos chutamos cinco horas para sacar el pasaporte. Algunas personas lo querían por seis años ($100 USD, por cierto, más de diez horas de trabajo, in jornalero standards), pero sólo se los dieron por uno, porque no llevaban algún papel que era requisito y que la gente que da las citas por teléfono debió haberles pedido llevar. El personal del consulado, insisto, los trató con amabilidad e intentó resolver sus dudas, pero no logró ayudarlos a saltar ese obstáculo. Lo peor es que una vez que uno logra llegar a la primera ventanilla, el trámite no toma más de 40 minutos y uno sale de ahí con el pasaporte en mano, algo que nunca me había pasado. Es el sistema el que no funciona, un sistema establecido por los güeros a quienes poco importa el tiempo que puedan hacer perder a los que no son tan güeros, a los que no conocen a nadie en el consulado.
Volví casi a las seis de la tarde a mi trabajo. Ayer en la noche, dos amigos me preguntaron: ¿por qué no me dijiste que ibas a sacarte el pasaporte? Yo conozco gente en el consulado, no te habrías tardado ni una hora. I know it for fact, I saw it with my own eyes (and captured evidence of it with my iPhone, btw.) Pero ése no es el punto. Un poco de congruencia, please. Yo me fui de México, en parte, porque acabé hasta la madre de todo ese sistema. No quiero ser güero, sorry. Pero si el sistema es eficiente para dos güeras, puede serlo para todos. Estas cosas tan pendejamente simples son una muestra descorazonadoramente clara de por qué nos va a tomar 55 años alcanzar el desarrollo. Si algún día lo alcanzamos.
Nunca había estado en ese consulado. Desde que vivo fuera del país, sólo había tenido que hacer trámites consulares en el de Austin y en la embajada en Madrid. Curiosamente, mientras más lejos de México está la oficina consular y más cerca de los inmigrantes indocumentados, más Mexican-like se pone la cosa. ¿Alguna vez han estado en la embajada de México en España? It's beautiful, conveniently located in one of the most prestigious Madrileño neighborhoods, enfrentido del Senado.
El de Austin no está mal. Por fuera uno sólo lo reconoce por la bandera de México, pero por lo demás, parece cualquier otro edificio del Downtown de la capital mundial de la música en vivo.
El consulado de Houston se presiente desde un par de cuadras antes. No está en el centro ni en una zona chida, como cualquier consulado que se precie. Está debajo de un freeway, y para entrar uno tiene que caminar por una veredita donde la basura me hizo recordar a los alrededores del de la estación metro Observatorio. En la calle de atrasito hay varias taquerías móviles y negocios de fotocopias y fotos. Los propietarios de algunas casas cercanas han convertido sus yardas en estacionamiento público, para que los visitantes puedan sortear los taxímetros que, yo creo que con una mala leche que huele a xenofobia, están instalados en las calles que circundan el consulado en un barrio donde-no-hay-tráfico.
Lo normal, en cualquier situación donde el sentido común aplica (Mexico, we all know, is not included in this category), es que cuando uno llame para pedir una cita para hacer un trámite, no tenga que esperar más de lo, again, normal: 15-30 minutos para ser muuuuuy razonables. En el consulado de Houston a uno le dan cita para ir a hacer cola. Una cola que dura cinco horas.
La fila, obviamente, comienza fuera del consulado. Una vez uno logra entrar en el edificio--una construcción de cemento que parece transplantada de las zonas más feas de Periférico norte (sorry norteños, en Periférico sur hay muy poquitas zonas pinches)--la fila es una consecución de sillas y bancas de metal que uno va recorriendo cansinamente. Nadie, todavía, le ha informado a las autoridades del consulado de la existencia de unas maquinitas que emiten un número en un papelito, conectadas a un display luminoso en el que va apareciendo el número (¿el número de cita que uno le dan por teléfono y que la persona de seguridad pide, al entrar al consulado, para poder hacer la fila, por ejemplo?) que corresponde a la persona que será atendida. Aquí en los States los usan en las oficinas estatales--para sacar el número de seguridad social, para tramitar la licencia--, en España los usan en El Corte Inglés en la zona de carnes, en la de quesos y hasta en la de pescados. Y en México, me han contado que las usan en Banamex. Ya sé, estarán pensando que esta última explicación es una pendejada y que ustedes no son idiotas, que ya saben que eso existe. Pero es que hay lugares donde, believe it or not, parece que aún no lo saben. Ayer yo estuve en uno.
Aquí debo hacer un alto para equilibrar esta entrega. El personal del consulado, desde las agentes de seguridad privada que atienden la entrada, hasta el último señor que entrega los pasaportes, trabajan con una eficiencia que no había visto antes en una dependencia pública de México. Son amables (salvo contadas excepciones) y en ningún momento parecen avasallados por una situación que, evidentemente, está desbordada. Al mismo tiempo, ésa es su obligación como funcionarios públicos. Que eso antes no ocurriera era la anomalía; que ocurra ahora es lo normal.
En esa larga fila estábamos personas que íbamos a sacar pasaporte o matrícula consular. Needless to say, yo era el único güerito de la concurrencia, además de otra señora que iba adelante de mí y que, por lo que alcancé a entender, era maestra, se había casado con un gringo y tenía que sacar su pasaporte para ir a México.
Los güeros no hacen fila. Siempre conocen a alguien que trabaja en el segundo piso del consulado y que les puede ahorrar el engorroso trámite de hacer cola como el resto de los mexicanos, los morenos, los que no tienen conectes, los que muy probablemente cruzaron con coyote y para quienes tener que pasar cinco horas ahí metidos supone, literally, perder dinero.
Dos güeras--es un decir, ¿okay? Estas dos eran moreno claro, pero we all know what güero means--, madre e hija, bolso Coach, zapatillas puma, jeta de 'I'm better than all these nacos' in your face incluidas, llegaron al consulado cuando yo llevaba unos 20 minutos en la fila, a eso de las 12:45. Iban a ver alguien que trabajaba arriba. El poli les pidió registrarse, les dieron un gafete y subieron. Como a eso de la 1:45 bajaron a la planta baja, territorio de los comunes, escoltadas por una secretaria que las condujo hasta la última ventanilla del proceso de pasaportes. A las 2:45 les entregaron sus documentos. Ellas, obviamente, esperaron de pie, aunque en la zona donde esperaban ya había sitio para sentarse. Tal vez no querían que nadie las confundiera con el resto de la gente, con parientes del señor que estaba ahí esperando también, que parecía una mezcla entre Javier Bardem y Pancho Villa y cuyo ringtone era una canción de K-Paz de la Sierra or the like. Eran güeras, pero eran mexicanas, and sometimes a Coach handbag ain' just enough, chulas.
¿Quieren ver a las güeras tramposas? Acá una foto de ellas.
El resto nos chutamos cinco horas para sacar el pasaporte. Algunas personas lo querían por seis años ($100 USD, por cierto, más de diez horas de trabajo, in jornalero standards), pero sólo se los dieron por uno, porque no llevaban algún papel que era requisito y que la gente que da las citas por teléfono debió haberles pedido llevar. El personal del consulado, insisto, los trató con amabilidad e intentó resolver sus dudas, pero no logró ayudarlos a saltar ese obstáculo. Lo peor es que una vez que uno logra llegar a la primera ventanilla, el trámite no toma más de 40 minutos y uno sale de ahí con el pasaporte en mano, algo que nunca me había pasado. Es el sistema el que no funciona, un sistema establecido por los güeros a quienes poco importa el tiempo que puedan hacer perder a los que no son tan güeros, a los que no conocen a nadie en el consulado.
Volví casi a las seis de la tarde a mi trabajo. Ayer en la noche, dos amigos me preguntaron: ¿por qué no me dijiste que ibas a sacarte el pasaporte? Yo conozco gente en el consulado, no te habrías tardado ni una hora. I know it for fact, I saw it with my own eyes (and captured evidence of it with my iPhone, btw.) Pero ése no es el punto. Un poco de congruencia, please. Yo me fui de México, en parte, porque acabé hasta la madre de todo ese sistema. No quiero ser güero, sorry. Pero si el sistema es eficiente para dos güeras, puede serlo para todos. Estas cosas tan pendejamente simples son una muestra descorazonadoramente clara de por qué nos va a tomar 55 años alcanzar el desarrollo. Si algún día lo alcanzamos.
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5 comments:
Good point, but check out this story. It seems to be that something similar is happening but just the other way: Güeros conspicuously giving VIP service to nacos in Mexico City.
http://www.eluniversal.com.mx/primera/31116.html
interesante y muy buen blog.
pienso que es el complejo del mexicano que llevara hasta la tumba: el malinchismo, que es que todos gueritos...no ma'. hay mexico tan lejos de ti y tan cerca de los gueritos.
'ta bien que no quieres ser guero; pero no me digas que espaniol si:ya que el verbo en la foto esta conjugado a la espaniola? no me falles. o es la academia real espaniola que dice que ese es el correcto espaniol.
Muy buen espacio.
Wow, esas colas en el consulado de Houston fueron lo que me tuvieron con pasaporte vencido por mas de un anio aca en Nueva Orleans. El consulado mexicano de Nueva Orleans cerro sus puertas cuando Vicente Fox llego al poder, sin siquiera considerar que fue la primera oficina consular mexicana en Extrangia. El pretexto que nos dieron fue que habia suficientes mexicanos en esta region. Creo que al consul lo mandaron al Libano, donde tal vez hay muchos mas mexicanos, no?
Quedamos con algunas opciones: el consulado de Houston, el de Atlanta o el de Miami. Todos lejisimos y llenisimos. Bastantes mexicanos nos resignamos a tener el pasaporte vencido indefinidamente.
Despues de Katrina, el flujo de mexicanos incremento de sobremanera y el gobierno mexicano se vio obligado a reabrir una oficina y, que creen?? Esta vacia!!! Fui de las primeras en renovar mi pasaporte!
Excelente blog. Lo estoy leyendo de a poquitos. No dejes de escribir, paisano.
NO DISTINGUÍ A LAS GUERAS CHULAS, VÍ A UNAS VIEJAS PARADAS CON PELO NEGRO A LAS QUE NO SE LE VE NADA DE BELLAS.
de güeras no tienen nada, son oscuras de pelo y de piel, posiblemente la piel no tan oscura como los demás, pero nada de que sean güeras
será que son las meseras de restaurant donde va siempre a comer el funcionario del segundo piso, que les habra dado su tarjetita de visita para que vayan directamente con él sin hacer cola
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